El 1 de marzo de 1955, tras la implantación del sistema colegiado en el poder ejecutivo, fue elegido consejero nacional, ocupando este puesto hasta el 1 de marzo de 1956.
Descendiente de comerciantes españoles emigrados desde Cataluña a Uruguay en el primer cuarto del siglo XIX, atraídos por el gran crecimiento económico que estaba experimentando el país, Luis Conrado Batlle Berres se educó en una familia muy vinculada al mundo de la política.
Su tío, José Batlle y Ordoñez, ocupó en dos ocasiones la presidencia de Uruguay (1903-1907 y 1911-1915), emprendió la modernización del sistema político y desde el poder llevó a cabo una amplia reforma social orientada al desarrollo de las clases trabajadoras, definida con posterioridad por los historiadores como socialdemócrata.
Creador de una corriente política muy influyente, denominada batllismo, en el seno del Partido Colorado al que pertenecía, fueron muchos, incluido su sobrino, los que continuaron con su obra en años posteriores.
Hay que destacar que uno de sus proyectos más revolucionarios, llevado parcialmente a la práctica tras la reforma constitucional de 1917, pretendía la instauración de un gobierno colegiado de la nación, eliminando por tanto la figura del presidente. Este proyecto originó importantes divisiones en el seno del partido Colorado, que tras la muerte de José Batlle, el 20 de octubre de 1929, tuvo grandes dificultades para encontrar un nuevo líder.
Vinculado por tanto desde su infancia al Partido Colorado, en 1921 Luis Batlle Berres se presentó en las listas del mencionado partido y fue elegido diputado. Su llegada al Congreso coincidió con los gobiernos de Baltasar Brum (1919-1923) y de José Serrato (1923-1929), miembros ambos de su partido y seguidores del batllismo.
En este momento, Uruguay disfrutaba de un periodo de bonanza económica propiciada por el aumento de la actividad comercial y era considerado uno de los países más avanzados dentro de América Latina, gracias a las reformas emprendidas por José Batlle y sus seguidores.
En 1931 subió al poder el colorado Gabriel Terra, en un momento en que la economía del país se encontraba estancada y en claro retroceso como consecuencia del estallido de la Crisis de 1929. La crisis mundial dejó sentir sus efectos en Uruguay a partir de 1930.
El nuevo presidente se encontró con que sus poderes eran limitados, puesto que la reforma constitucional de 1917 le obligaba a gobernar bajo la estricta vigilancia del Consejo de Administración.
Descontento con esta situación, en 1933 Gabriel Terra, tras disolver el parlamento y el Consejo de Administración, asumió poderes dictatoriales y estableció una poderosa censura. Terra contó con el apoyo del Partido Blanco, de algunos sectores minoritarios de su propio partido y de las familias terratenientes que controlaban la mayoría de las explotaciones agrícolas y ganaderas uruguayas.
El presidente justificó su acción argumentando que el control absoluto del poder era necesario para sacar a Uruguay de la grave crisis que sufría.
El diario fue toda una revolución, puesto que la mayoría de los periódicos se vendían por suscripción y sólo estaban al alcance de las clases altas. Ante la resolución del presidente, Batlle Berres protestó abiertamente y desarrolló una fuerte oposición.
A consecuencia de ello se vio obligado a permanecer en el exilio durante cinco años. A lo largo del periodo que estuvo fuera de Uruguay, residió en Argentina y Brasil junto con su familia; años antes había contraído matrimonio con la argentina Matilde Ibañez Tálice.
En 1938 Luis Batlle Berres regresó a Uruguay y retomó su carrera periodística.
Fundó y dirigió Radio Ariel y, tras la llegada al poder del general Alfredo Baldomir (1938-1942), fue de nuevo diputado y se incorporó a la vida política uruguaya.
El Partido Colorado estaba fuertemente fragmentado debido a las diferencias surgidas entre sus miembros tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial; unos eran favorables a permanecer neutrales, mientras que otros eran partidarios de intervenir.
En 1942 llegó al poder Juan José Amezaga (1942-1946), el cual reunificó el Partido Colorado y logró un aplastante triunfo en las elecciones.
En esa legislatura Batlle Berres ocupó un puesto destacado como presidente de la Cámara.
Las elecciones de 1946 dieron el triunfo a Tomás Berreta, que ocupó su cargo en 1947 y nombró vicepresidente a Batlle Berres, el cual ocupó la presidencia tras el fallecimiento de Berreta hasta agotar la legislatura (1947-1951).
El nuevo presidente tuvo que hacer frente a las críticas, lanzadas por algunos sectores de su partido, por haberse proclamado heredero del batllismo.
La oposición estaba dirigida por César y Lorenzo Batlle Pacheco, hijos de José Batlle, que opinaban que ellos eran los verdaderos herederos del batllismo, aunque en la práctica eran mucho más conservadores que su primo y presidente.
Durante los primeros años que Batlle Berres permaneció en el poder, Uruguay vivió un momento de prosperidad económica gracias sobre todo a la guerra de Corea, que produjo un aumento de los intercambios comerciales con el exterior.
El nuevo presidente era partidario de modernizar la industria protegiendo a los inversores nacionales y llevó a cabo un plan de nacionalización de las empresas que permanecían bajo control británico, como la compañía de aguas y el ferrocarril; Gran Bretaña cedió a las presiones del presidente, para saldar la deuda que había contraído con Uruguay durante la Segunda Guerra Mundial por el suministro de carne.
En 1952 se realizó una reforma constitucional que permitía la creación de un gobierno colegiado, donde un Consejo Nacional asumía las funciones del presidente.
El Consejo estaría compuesto de nueve miembros, los cuales serían elegidos cada cuatro años por sufragio popular; la formación política más votada obtendría seis consejeros, quedando los otros tres en poder del partido minoritario.
En 1954 fue introducido el nuevo gobierno colegiado, controlado por Batlle, que fue consejero nacional, presidente en la práctica, desde el 1 de marzo de 1955 hasta el 1 de marzo de 1956.
Por estas fechas la economía de Uruguay comenzaba a tener graves problemas.
Tras el fin de la guerra de Corea, el ritmo de las exportaciones había disminuido. Además, muchas de las medidas proteccionistas adoptadas estaban resultando más perjudiciales que beneficiosas.
El triunfo del Partido Blanco en 1958, tras décadas de permanecer en la oposición, supuso que Batlle Berres se apartase del primer plano político y decidiera apoyar la carrera política de su hijo, Jorge Batlle, que años después llegaría a la presidencia de la nación.
Fue un gran hombre,un gran presidente de un gran país.