La estructura en la que vive lo ha llevado a ver al peronismo como su única salida, ejerciendo una influencia insoslayable en su identidad y en sus supuestas “elecciones libres”. No estoy haciendo un juicio de valor, sino tratando de identificar la presencia de una estructura inconsciente que hace que los sujetos “sean actuados”. Como afirmaba Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje y ese lenguaje es el del gran Otro.
El ‘gran Otro’ que ha prevalecido en los últimos 40 años en la política argentina ha sido el peronismo, sobre todo para gente muy humilde que nunca ha podido salir de esa condición. Si formás parte de una determinada estructura, ese gran Otro “te vota”, no lo votás vos. No estoy argumentando que la gente vote desde la ignorancia; lo que estoy diciendo es que votan desde una estructura de la que son parte constitutiva (aun sin haberlo elegido).
Además, el estructuralismo se relaciona con la mitología. Los mitos tienen una función ordenadora (como bien lo ha señalado Joseph Campbell). El enfoque estructuralista buscó identificar patrones recurrentes dentro de las narrativas mitológicas. Estos patrones podrían ser temas o arquetipos que se repiten en diversas culturas.
Así, por ejemplo, el ‘mito del padre protector’ es una narrativa común en numerosas culturas que representa la figura paterna como un guardián, un protector y un proveedor. Este arquetipo simboliza la autoridad, la seguridad y la orientación.
Sostengo que el populismo conlleva el ‘mito del Padre protector’ (un Estado paternalista que está ahí para darte remedios, que te hace el asfalto, que te ayuda en tu ascenso social, que te da bonos para que llegues a fin de mes). Uno de los candidatos en el próximo balotaje (el candidato peronista) personifica ese mito.
El otro (el candidato libertario) te propone destruir ese mito, pero para instalar uno nuevo: el mito de la libertad. Ahora bien, ¿Alguien puede ser realmente libre con los condicionamientos sociales, políticos, económicos que tenemos en nuestro país? La instalación del mito de un Estado sin Estado (que promete hacernos absolutamente libres) es tan inalcanzable como el mito del padre protector que nos tiene presos de una estructura que parece inmutable.
Para finalizar, propongo que nos preguntemos lo siguiente: Si la pobreza bajara en Argentina y si la necesidad del Estado (entendido como “padre protector”) se redujera, ¿seguiría la estructura votando al votante o el votante podría comenzar a votar a quien quiera votar?
Los partidos políticos en Argentina parecen necesitar de gente que los necesite. El día que la gente no necesite a la política, el individuo será más libre y dejará de ser votado.
Mientras tanto, la estructura lo seguirá votando.
Es este el ‘gran Otro populista’ que, por el momento, hace votar al hombre, quien no se comporta como un sujeto agente, sino que ‘está sujetado’ por estructuras que lo encadenan.
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