sábado, 1 de julio de 2023

Historias minimas sobre la dictadura: 50 años después por Elena Grauert

En los últimos días se ha hablado mucho sobre el golpe de Estado. Los discursos en las Cámara de Senadores, la huelga general del año 73 y todo lo que conllevó el quiebre institucional que se extendió por 12 oscuros años. El tema es cuánto permeó en las personas. 

Qué sucedió el día después a mujeres, hombres, niños, estudiantes, profesores, empresarios y amas de casa. Qué pasó en esa sociedad de los años 70. Claramente puede haber muchas historias personales sobre el día después, que van desde indiferencia hasta un total infierno. 

Quienes teníamos una familia enrolada en la militancia política a muchos niveles, tuvimos muchas despedidas y sorpresas, como notificaciones de proscripciones que iban llegando a las casas. Mucha gente perdió el trabajo, de un día para otro, dejó de ser funcionario público por haber participado en la huelga, por haber tenido militancia o por causas insólitas que estuvieran relacionada a una discrepancia con el Coronel o General de turno. 

No hay que olvidar que las jerarquías administrativas de las diversas Direcciones Administrativas del Poder Ejecutivo, Administración Central, Entes Autónomos, Servicios Descentralizados y poderes en general, fueron ocupados en su totalidad por militares o civiles afines al régimen. 

El miedo de las familias más politizadas y la persecución generó que muchas personas emigraran; compañeros de clase se iban de un día para el otro. Otros también se iban por la feroz crisis económica que se vivía en ese momento. 

En mi percepción de niña de 8 años, había invadido un país gris, que se mantuvo muchos años. El país de las botas... Pero no creo que se pueda contar un poco o parte de la historia sin reconocer que ese país gris venía de años donde la irrupción de la lucha armada cumplió un rol importantísimo y fue ayudando y provocando el "caldo gordo" para la irrupción de los militares. Sin duda, como todas las cuestiones en la historia, no se debe caer en los blancos y negros. 

El movimiento Tupamaro y demás grupos armados, devinieron en parte por una crisis económica, con alta la inflación, suba del petróleo, cierre de los mercados de carne, lana y demás bienes de exportación, y un mundo dividido por la Guerra Fría que influyó muchísimo, en cómo se fueron dando los hechos. Los políticos también tuvieron su cuota de responsabilidad, quizás faltó comunicación horizontal, poniendo el esfuerzo en el bien común, había un discurso de desgaste, antipolítico, por derecha y por izquierda. 

El discurso de "todos los políticos eran corruptos" era una realidad. Como señala L0eonardo Haberkorn, en "Milicos y Tupas", las persecuciones a empresarios por los ilícitos económicos fue parte de la acción conjunta entre militares y tupamaros, "documentos comerciales y financieros incautados, sospechosos de corrupción, acusados de defraudar impuestos, señalados como los responsables de vaciar el país con la mirada cómplice de los políticos venales". 

 El menosprecio a la democracia como simples "libertades formales" (lo que importaba era la lucha entre "oligarquía y pueblo"), la confusión de los algunos políticos, tratando de llevar agua para su molino, etc. No se trata de dos demonios, sino de miles de demonios confluyendo en contra de la República. Por ese motivo, la respuesta de la gente contra la dictadura tampoco fue masiva, todo lo contrario, muchos ya no querían más bombas, secuestros, represión, huelgas interminables... 

La gente quería paz. Y muchos a los días siguientes al 27 de junio o ese mismo día, se levantaron fueron a trabajar y la vida transcurría igual con sus historias propias, no había pasado nada. Quizás muchos justificaron el golpe, otros lo odiaron y callaron soportando, pero debimos convivir los que queríamos la vuelta de las libertades, con los otros y la verdad nos acostumbramos a no hablar. 

Durante toda mi infancia, mi contacto con la política era mirar algunos trastos escondidos en un altillo (carteles colorados con el número 99 o 15) o tratar de ver a través de las paredes las sombras de pinturas políticas tapadas, tratando de rescatar un halo de libertad en esas expresiones tan prohibidas. 

No se hablaba, sabíamos de la proscripción de mi padre, de primos y tíos en el exilio, de otro que no encontrábamos (Guillermo Sobrino, desaparecido el 22 de diciembre de 1977 en Buenos Aires), pero no teníamos mucha información, era mejor no hablar mucho, aunque se sentía la represión y la falta de garantías. Para mi familia la cosa estaba muy oscura, había mucho miedo, pero debíamos seguir batallando con la esperanza de que en algún momento esto cambiaría. 

La incertidumbre era infinita, el tiempo interminable. Si mirábamos a España Franco llevaba más de 40 años y se mantenía incólume con el apoyo de los Estados Unidos, en contra de Rusia. 

 Por eso, el plebiscito del 80, en el que ya era una adolecente (una inmensidad de tiempo para una niña de los 70), fue cuando me di cuenta que podíamos volver a pensar en términos de libertad y tres años después, con esperanza, mirábamos a la Argentina y cada vez más el grito de "se va a acabar", que se fue trasformando en una enorme realidad. Hoy, 50 años después, la consigna debe ser la misma, cuidadar las libertades más que nunca, defender la república y los derechos de los ciudadanos siempre con total apego a la ley y la Constitución, conservando la paz.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario