jueves, 27 de julio de 2023

En quince años en Uruguay habrá más gente en edad de jubilarse que en edad de empezar a trabajar


Ocho años después de la aprobación de la ley que lo creó, piden repensar el sistema nacional de cuidados 
Durante el próximo gobierno —gane quien gane la elección presidencial—, la cantidad de adultos mayores superará a los niños y adolescentes que habiten en el país. 

Cuando acabe esa administración, a su vez, las mujeres uruguayas en edad de ser madre tendrán, en promedio, menos de un hijo. 

Y cuando inicie el siguiente quinquenio gubernativo habrá más gente en edad de retirarse del mercado laboral que aquellos en edad de entrar por primera vez. 

No es un capítulo distópico de Aldous Huxley o George Orwell. 

Es la evidencia de un país que “pegó el estirón”, que tiene una estructura de población más parecida a sus pares europeos, en el que el censo en curso demostrará que sus habitantes son menos de los que se proyectaba para la época, y en el que, al decir del representante del PNUD en Uruguay Alfonso Fernández de Castro, “la agenda de cuidados se tiene que repensar”. 

¿Por qué los “cuidados”? 

Detrás de esta palabra que parece salida de la jerga de los organismos internacionales, y que a veces dice poco al común de los mortales, yace buena parte del desarrollo del Uruguay de los próximos años. 

Por ejemplo: cómo se garantiza que las madres tengan los hijos que quieran, cuando quieran, y al mismo tiempo puedan trabajar y producir. 

O cómo se permite que los jóvenes estudien o trabajen sin tener que quedarse cuidando a los más viejos. 

O cómo se respeta que las personas dependientes gocen sus derechos. O cómo se compatibiliza el trabajo productivo con el reproductivo.

El Uruguay de la escuela pública, de la salud universal, y de la seguridad social ahora “tiene que sumar un nuevo pilar” si quiere “seguir siendo un Estado benefactor”, explicó este miércoles Fernando Filgueira, representante del Fondo de Población de Naciones Unidas, en el lanzamiento de los preparativos para un foro que repiense el sistema de cuidados existente. 

Sucede que a ocho años de la promoción de la ley de cuidados, Uruguay todavía no alcanzó la universalidad de los mismos, no encontró el financiamiento adecuado para las políticas, y no hizo el cambio cultural que, entre otras cosas, implique que la mujer y el hombre compartan las tareas de cuidados para poder ambos producir más y mejor en el ámbito laboral. 

El propio Filgueira ya había advertido que “Uruguay podría llegar a una huelga de vientres”. 

La última encuesta de Género y Generaciones ya demostró que más uruguayas deciden, como opción de vida, no ser madres. 

No están dispuestas a pagar el costo que implica la maternidad: penalización en el trabajo, menos chance de ascensos, más tiempo de tareas no remuneradas y un largo etcétera. 

Ese escenario se tensa todavía más si se tiene en cuenta que en una década y monedas los jóvenes de 15 a 19 años (al igual que los de 20 a 24) que son quienes entran al mercado laboral, serán menos que los mayores de 65 y menores de 70. 

O que para el año 2050 un tercio de la población superará los 60 años y en 2075 la mitad de los habitantes serán adultos mayores. 

Y alguien tiene que financiar su consumo. 

Filgueira dijo que el sistema nacional de cuidados “se reconoce como parte de la política pública, pero es un sistema que por su reciente creación sumado a limitados recursos fiscales y desafíos de crecimiento requiere de nuevos impulsos y apoyos”.

 ¿Por qué? 

“Los problemas centrales que la ley procuraba solucionar siguen vigentes: sobrecarga de trabajo no remunerado en la mujeres y la concomitante dificultad de estas para insertarse en el mercado laboral, infantilización de la pobreza, caída de la fecundidad, envejecimiento poblacional, vulnerabilidad de los hogares y sus nuevos arreglos familiares, especialmente, los mono maternales”. 

Esto último refiere a que en la década de 1990, por ejemplo, casi la mitad de los hogares nucleares con hijos tenían una jefatura masculina. 

Las jefaturas de ese tipo de hogares de mujeres no llegaban siquiera al 20%. 

Ahora es un 30% hombres y una cifra similares mujeres. 

Por lo cual si esa mujer no tiene quién cuide de sus pequeños, carece de mecanismos de producir, mejorar sus condiciones de vida y todo el círculo vicioso que trae la pobreza estructural. 

De hecho, en los países nórdicos se vio que la fecundidad aumentó en el momento en que se dieron a las mujeres las garantías del cuidado, se extendieron las licencias paternales, las empresas entendieron que era más eficaz respetar esos derechos y no penalizar a la mujer, las universidades asumieron su responsabilidad y la sociedad generó un pacto de cuidados. 

El foro de “revitalización” del sistema de cuidados será a comienzos de 2024. 

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