domingo, 21 de mayo de 2023

Fue vendido siendo bebé y ahora busca a su familia biológica: la historia de Pablo Silvera

 

Esta es la historia de una búsqueda : la de Pablo Silvera. Es, también, una historia con dos comienzos. El primero, a principios de los años setenta: es un día cualquiera y alguien toca a la puerta de la casa del barrio La Teja, de Montevideo, en la que Pablo vive con su madre, Donata, y su padre, Ernesto. Donata abre. Es un hombre encargado de un censo de población. Pasa, se sienta en la cabecera de una mesa -es larga, tiene seis sillas- y empieza a hacer preguntas. 

A un lado está sentado Pablo, entonces de 6 años. Al otro, su madre responde. Embarazos perdidos: seis. Hijos muertos: dos. Hijos naturales: uno. El hombre termina de preguntar, la madre lo acompaña al portón, lo despide y cuando vuelve, 

Pablo dice: “¿Pero entonces yo soy hijo natural?” La madre explica que la mujer que lo tuvo tenía muchos hijos y no lo podía criar, que si ella no iba a buscarlo al hospital él hubiese terminado en Aldeas Infantiles, que sobre ese tema no preguntara, que no hablara, que así estaba bien. 

 El otro comienzo de esta historia es en 2019. Pablo tiene 52 años y sigue viviendo en La Teja. Está casado con Marcela y tiene dos hijos, Pablo y Florencia. Está mirando un programa de televisión, Santo y seña, en el que hablan sobre hijos adoptivos y sobre hijos apropiados. 

Los primeros, adoptados por la vía legal, los segundos, dados o robados. Pablo sabe, desde que tiene 6 años, que él es un hijo apropiado. Y entonces, como una posibilidad o como una duda, piensa ¿por qué no?, y decide que quiere —que necesita— una respuesta.

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