domingo, 2 de julio de 2023

El Conservadurismo.

En filosofía política, se denomina conservadurismo al conjunto de doctrinas y movimientos políticos que favorecen el uso de la fuerza del Estado para conservar o restaurar tradiciones de un pueblo o nación que pueden ser de tipo religiosas, culturales o políticas. 

El término conservadurismo es entendido como un tradicionalismo en política o mantener intacto un orden político presente,como reaccionarismo o restauración de un orden político perdido. En el espectro político, con frecuencia se considera que están dentro de la derecha política, sin embargo también pueden encontrarse, en menor medida, conservadores en la izquierda. 

En lo económico,históricamente se posicionaron como proteccionistas, en oposición al libre mercado. 

Sin embargo, durante el siglo xx, algunos de los partidos conservadores adoptaron posiciones económicas neoliberales como influencia de la Guerra Fría, aliados en la defensa del sistema socioeconómico capitalista, en oposición al comunismo.

Consecuentemente, en el siglo xxi, dentro del conservadurismo político coexisten diversas posturas sobre lo económico.

Inicios de la filosofía conservadora 

El término «conservador» fue introducido  por Chateaubriand en 1819 para referirse a quienes se oponían a las ideas de la Revolución francesa  y que en cierta medida planeaban la restauración del Antiguo Régimen.

Esta oposición, que tuvo características específicas en diferentes países, se vio fortalecida como consecuencia de los sucesos de esa revolución y las guerras. 

Por ejemplo Michael Sauter escribe: «Para concluir, el conservadurismo es un producto tanto de los periodos pre-revolucionarios y revolucionarios de Francia. Tiene varios orígenes y apareció en varios países de formas diferentes. Pero si hay algo que podemos decir de su historia es que la Revolución francesa generó un ímpetu para convertir al conservadurismo en un movimiento. Aquellos que habían hecho campaña contra cualquier cambio antes de 1789 repentinamente se convirtieron en profetas».

O, en las palabras de un personaje moderno que se considera conservador: «las raíces del mal son histórico-genéticamente las mismas en todo el mundo occidental. El año fatal es 1789, y el símbolo de la inequidad es el gorro frigio de los jacobinos. Su herejía es la negación de la personalidad y de la libertad personal. Su manifestación concreta es la democracia de masas jacobina, todas las formas de colectivismo nacional y estatismo, el marxismo que produce el socialismo y el comunismo, el fascismo y el nacional-socialismo. Izquierdismos en todas sus variedades y manifestaciones modernas, a las que en EE.UU. se aplica, perversamente, el término liberalismo».

La diferencia fundamental entre el conservadurismo moderado y el reaccionario reside en su visión del papel de la democracia y otras instituciones modernistas o producto del iluminismo. 

Para la tradición moderada, quizás mejor encontrada en «el conservadurismo liberal de Edmund Burke (1729-1797), a diferencia del conservadurismo continental de su época, aceptó la democracia como forma de gobierno».

Este conservadurismo «En los hechos (....) propició cambios de hondo calado y trascendencia (los derechos políticos británicos, o los derechos sociales bismarckianos)»,

Esta versión del conservadurismo es, a menudo, llamada «liberal», así, por ejemplo, Rosemary Radford Ruether observa: «Hay un conservadurismo económico y político, de libre mercado, capitalismo libre de cualquier regulación del gobierno, usualmente unido a un fuerte nacionalismo, como el número uno del mundo, lo que lleva a priorizar el apoyo para la policía y un presupuesto grande para el ejército. Este tipo de conservadurismo no es tradicionalmente religioso o conectado con el cristianismo».

Dicho conservadurismo, prevalente sobre todo en el mundo anglosajón, tiende a ver la historia como un continuo ensayo y error donde se debe de aprender del pasado, y adoptar de él aquellas cosas que hayan funcionado mejor.

Sin embargo, cabe mencionar que fue esta misma corriente moderada la que dio origen, posteriormente, a un conservadurismo fundamentalista, que Radford Ruether define como emanando del «fundamentalismo propiamente protestante» 

Esta versión ha encontrado expresión generalmente en el neoconservadurismo el cual es representada por personajes tales como Leo Strauss e Irving Kristol, etc. y se caracteriza por no rechazar el liberalismo económico y a valores nacionalistas y religiosos tradicionales en lo social y político. 

"El Líder protege el Derecho" Carl Schmitt (1934) en Deutsche Juristen-Zeitung




La otra gran corriente del conservadurismo apareció en los países que fueron directamente afectados por  la Revolución francesa, «en rechazo a ésta, al liberalismo político y al racionalismo de la Ilustración, defendiendo las instituciones del viejo régimen y declarándose enemigo de la secularización de la política y de la sociedad.

El conservadurismo se sustenta en tres valores: la autoridad, la lealtad y la tradición.

Rinde culto a la espiritualidad y al valor de lo inconmensurable”

En ese sentido, puede ser descrito como «reaccionario», buscando una reafirmación, no solo de formas políticas, sino sociales anteriores, que se percibían como una restauración de los principios de la autoridad monárquica absoluta y del (generalmente) catolicismo como fuente única de valores y estabilidad social: «Los conservadores franceses oscilaban hacia la Iglesia católica como una fuente de estabilidad y tradición. La Iglesia trajo de regreso a la vida cotidiana, un sentido de jerarquía y un orden orgánico (Por supuesto que aquí hay una conexión implícita al romanticismo.)» 

Pero en las regiones católicas de Europa, especialmente en Francia, Italia y España, este tipo de conservadurismo religioso tendría una atracción inherente.

​ Un desarrollo extremo de esta última posición se encuentra en las sugerencias de Carl Schmitt,quien fue uno de los principales ideólogos del Movimiento Revolucionario Conservador de Alemania. 

Su propuesta se basa en la afirmación de que la función central de un Estado es la necesidad de instaurar un poder de «decisión» efectivo, que termine con la guerra interna, cosa que no es posible, en su opinión, en un Estado liberal, en el cual no se puede justificar la exigencia del sacrificio de la vida en favor de la unidad política. 

Estas sugerencias tuvieron, junto a otras del Movimiento Revolucionario Conservador, una importante influencia en la elevación al poder del Nazismo y constituyen aún en el presente las bases teóricas tanto de percepciones conservadoras "duras" como origen moderno de la alegada tendencia del conservadurismo a depender de líderes u "hombres del momento".

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