Precisamente es la industria pesquera la que sostiene la mayor parte de su economía y ha supuesto durante décadas el principal motor.
Los feroeses son un pueblo marinero especializado en el océano, la pesca, el transporte marítimo, la navegación, la acuicultura, la oceanografía, la biología marina y la biotecnología, así como como ingeniería y física relacionadas con el mar.
Una de las principales ventajas es su sistema fiscal.
Considerado como uno de los más eficientes del mundo, da muy pocos quebraderos de cabeza a sus habitantes, que en su mayoría no tiene que presentar cada año una declaración de impuestos.
Un sueño para quienes aborrecen la burocracia y el papeleo que conlleva cumplir con las obligaciones fiscales.
Su sistema centralizado recauda de forma automática los impuestos y desembolsa las ayudas sin tener que hacer nada, al tiempo que ajusta, por ejemplo, la retención a un ciudadano que ha perdido su trabajo.
No contribuye lo mismo a la sociedad una persona desempleada que el propietario de una empresa. Es más, casi siempre la carga fiscal recae en el que más ingresos tiene y las subvenciones se dedican a las escalas más vulnerables.
¿Cómo pueden las autoridades hacer todos los cálculos y adaptarse según cambian las circunstancias diarias de sus ciudadanos?
"Aparentemente es un sistema tributario muy eficiente de administrar.
Y la razón principal es la simplicidad. No existen las deducciones, los créditos o las excepciones al tratamiento tributario ordinario que si existen en casi todas las jurisdicciones del mundo", explica Giullio Allevato, profesor de IE Law School en IE University.
Es decir el código fiscal de las islas Feroe no contempla deducciones del impuesto sobre la renta o incluye solo unos pocas.
Esto lo hace muy sencillo y permite automatizar el sistema porque todos los cálculos son mucho más simples.
Entonces es muy fácil para el contribuyente y para la autoridad tributaria determinar la base imponible y el impuesto que se tiene que pagar.
Otra de las premisas sobre la que se asienta este sistema tributario tan elogiado es el tamaño de la población, que no llega a 50.000 personas.
En cualquier parte de Estados Unidos se consideraría un "pueblo" en lugar de un "país".
Una tercera parte de los ciudadanos vive en la capital, Tórshavn.
"Estamos hablando de una jurisdicción muy pequeña. Por lo tanto, no tiene todas esas complejidades sociales, políticas y económicas que enfrentan la mayoría de los estados europeos o el mismo Estados Unidos", añade Allevato.
Otra razón para este experto del buen funcionamiento es la digitalización de la autoridad fiscal, que conlleva deshacerse de mucho papeleo.
"Las islas Feore están muy avanzadas tecnológicamente y tienen la capacidad de acceder y procesar una gran cantidad de datos. Y esto ayuda mucho a mejorar la eficiencia del sistema tributario", dice.
Un sistema de este tipo contrasta con lo que sucede en la mayoría de países del mundo, donde es el empleador o la empresa la que retiene (o recauda) los impuestos para transferírselos al Estado.
Así que está obligado a invertir mucho en recursos administrativos y dinero para cumplir con la ley.
En las islas Feroe es al contrario.
El gobierno es capaz de calcular los impuestos que le corresponden a casi cualquier contribuyente sin necesidad de la intervención del empleador.
La autoridad tributaria tiene acceso a mucha información relevante tributaria, bancaria, laboral, de seguridad social…
"En otros países el código tributario está lleno de reglas especiales, desviaciones del sistema. Hay muchas deducciones, muchos créditos, muchos tratamientos fiscales especiales, que hacen que sea mucho más complejo de administrar", apunta el profesor.
"Leer el código tributario en nuestros países es algo que muchas veces solo pueden hacer los expertos y no el contribuyente común. Y esto hace también más complejo el trabajo de la autoridad tributaria".
Allevato apunta a la falta de voluntad política como causa de los enrevesados sistemas fiscalesque caracterizan a los países occidentales.
"En la mayoría de los casos, los gastos tributarios son solo el resultado de presiones de cabildeo, de favores especiales, beneficios especiales otorgados a ciertas industrias o a ciertos contribuyentes que pueden presionar a los gobiernos", afirma.
El profesor del IE cree que hay demasiadas leyes y demasiados intereses involucrados.
"La resistencia a digitalizar la autoridad fiscal a menudo también es el resultado de la presión del lobby y se junta con el sentimiento de ciertos contribuyentes que no quieren que la autoridad tributaria se vuelva eficiente, que sepa todo y prefieren no compartir datos de su vida privada".
Así que aunque es cierto que estamos hablando de un territorio reducido con una población muy limitada, ésta no el única razón.
"Hay otros países pequeños donde el sistema fiscal no funciona. Entonces, este es un país pequeño que en realidad implementó un sistema tributario muy simple y permitió que la autoridad tributaria fuera eficiente porque había la cultura para hacerlo,y porque había la voluntad política para ponerlo en marcha".
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