viernes, 9 de diciembre de 2022

La democracia en Latinoamérica Por Elena Grauert

 

Frente a las atrocidades que vemos en otros países de este continente, es sin duda relevante destacar el valor de la democracia en Uruguay. Asunto que nos invita a reflexionar sobre lo frágil que es la estabilidad, el equilibrio y la defensa de los derechos de las personas, de los ciudadanos que deben estar en el centro de las cuestiones políticas. Los diarios anunciaron un intento de golpe de Estado en Perú, que fue rápidamente desbaratado, pero que una vez más pone en cuestión la solidez de la democracia en ese país y la capacidad de administrar los conflictos.

Un Presidente electo democráticamente disolvió el Parlamento sin temblarle la mano, e independientemente de que lo destituyeron por el acto antidemocrático, deja trazos de enorme fragilidad en un país que económicamente está haciendo las cosas bien, creciendo ininterrumpidamente hace años. 


Hay un claro divorcio entre la economía peruana y la estabilidad institucional, que cuesta entender, pero se vienen repitiendo acciones de denuncias de corrupción, de golpes, que llevan a la desestabilización, pudiendo repercutir en el enorme esfuerzo que ha hecho ese país por crecer. Por otro lado, la Vicepresidenta Argentina fue condenada a seis años de prisión y a la prohibición de ejercer cargos públicos en forma perpetua. 

Si bien de alguna forma la condena ya se presumía, no deja de ser otra de las muestras que lleva la falta de una conducción con probidad republicana donde hace años se vienen sucediendo hechos de corrupción. El 43 % de la población argentina está bajo la línea de pobreza (en Uruguay un 10%) y un 8,1% en situación de indigencia (en Uruguay un 0.4%,). 

La comparación es para demostrar a lo que llevan las políticas populistas de dádivas y corrupción, donde los que pierden son aquellos que dicen defender. Cuba, Venezuela y Nicaragua claramente no son países en los que funcione la democracia, ni que hablar si nos referimos a la pobreza o indigencia. 

Brasil también hubo voces desestabilizadoras, odios e incredulidad en el sistema con denuncias de corrupción y fraude electoral. 

Por lo que hay un concierto de países en Latinoamérica que les está costando entender el funcionamiento republicano, el respeto a los procedimientos democráticos, la separación de poderes, la defensa de la libertad de los ciudadanos en elegir, pero ser respetados en sus derechos, dado que la corrupción es el hurto, la defraudación a quienes pagan los impuestos para que el sistema funcione y el resultado de los populistas es el hambre. 

El cuidar a la democracia, implica ver más allá de los intereses electorales inmediatos, la gente debe elegir sus representantes entre los que consideren que mejor los representa, mejor pueden gobernar y debería castigar a quienes tergiversan la realidad, mienten, buscan culpables, no se hacen cargo de los temas nacionales. 

El tener un gobierno con capacidad de dialogar, con capacidad de hacer "mea culpa" cuando se equivoca, con capacidad de adaptarse a las realidades que vienen y de enfrentar los temas más allá de los costos políticos. El estar sujeto al permanente contralor y colaborar con la justicia y el cumplimiento de la ley, el luchar contra la corrupción, es sin duda la forma de defender la democracia y la república; en definitiva, a la gente. 

Uruguay tiene una inmensa oportunidad de defender su democracia, como el gobierno lo ha hecho hasta ahora, cumpliendo con las normas con el Estado de Derecho, independientemente de las circunstancias que se atraviesen.

La oposición, como siempre, está haciendo una crítica abusando incluso de la denuncia (las cuales han sido archivadas en su gran mayoría), tirando piedras, pero no aportando, como en el caso de la educación por mencionar un ejemplo. 

Hay muchas cosas para hacer, pero si permanentemente se está haciendo hincapié en hechos que no van a cambiar la vida de la gente, poco se aporta al bien común y mucho se hace por desinformar y así se rompen los puentes del necesario diálogo, crispando posiciones y defendiendo verdades absolutas inexistentes. 

El Frente Amplio y el Pit Cnt, deberían poner las barbas en remojo y mirar a la vecindad, deberían abandonar las prácticas destructivas y hacer una oposición en la construcción, ya que de su predica si miramos para el costado, el costo lo paga la gente.

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