sábado, 8 de octubre de 2022

"El nivel de ruptura entre el régimen y el pueblo cubano va en ascenso"

Las más recientes protestas en Cuba evidencian un ascenso en los grados de quiebre entre el régimen y el pueblo en el plano de la legitimidad. En esto coinciden tres analistas consultados por DIARIO DE CUBA al calor de manifestaciones generadas por el hartazgo de una crisis enquistada y agudizada por el colapso del sistema electroenergético nacional y los consecuentes apagones. El politólogo e historiador Armando Chaguaceda señala que, aunque se "necesita tener datos reales del nivel de apoyo o no apoyo al Gobierno para tener una opinión fundada", sí hay muestras de ruptura.
"Lo que sí se evidencia, en un país que criminaliza el disenso, donde se ha aprobado un nuevo Código Penal (que sustenta esta criminalización), donde hay más de 1.000 personas presas por manifestarse, es que hay un nivel alto y creciente de ruptura en el plano de la legitimidad". "La legitimidad es algo que se ha erosionado mucho. Ves que la gente increpa a los funcionarios, no les cree, se mofa de ellos sabiendo el costo que tiene, la represión, que es lo que más se ha incrementado", dice Chaguaceda.
"Básicamente, sí hay un creciente nivel de ruptura, de desconexión entre el Gobierno y buena parte del pueblo, aunque también el pueblo es una categoría difusa; ahí está parte de esa población que por razones ideológicas o de prebendas sigue apoyando a ese Gobierno, pero creo que hay una parte mucho mayor que lo deslegitima", señala. Para Chaguaceda, "la crisis electroenergética en sí misma no va a llevar a ningún derrocamiento del régimen, porque para eso se necesita de otros factores, más presión externa, rupturas dentro de la elite (del castrismo), más coordinación de las protestas, pero todos son elementos que suman a una crisis, a un modelo que está agotado".
Subraya que se está viendo "un repertorio de protestas, cacerolazos, consignas, bloqueos de calles, típicamente de protesta popular a nivel mundial y latinoamericana que (los cubanos) están incorporando" y que "no dejan de ser pacíficas". Para el politólogo, esto "es otro dato importante, las protestas son mayormente pacíficas, transversales, cruzan una gran cantidad de demandas, desde bienes y servicios hasta demandas de derechos, libertad, y sí se puede ver como una continuidad" de las manifestaciones del 11 de julio de 2021. "Las protestas llegaron para quedarse, porque si después de un año particularmente represivo, la gente hace esto, y no solo por lo inmediato, no solo porque no tiene luz, creo que es importante entender que llegaron para quedarse. La gente ha aprendido a dejar de ser mera población y está empezando a ser ciudadanos", afirma.
Por su parte, el opositor cubano Manuel Cuesta Morúa considera que "la ruptura es total" y amplía: "la ciudadanía y el Gobierno forman dos universos paralelos conectados por los débiles hilos de redistribución de la pobreza y los fuertes de la represión". "Hay tres niveles de quiebre sin retornos: el ideológico, actualizado por los datos negativos del referendo; el psicológico, en la creciente pérdida del miedo, y el moral, que vemos claramente en la permanente desacreditación social del Gobierno", señala. Para Cuesta Morúa, "la primera caída del régimen ya se produjo" y "es su derrumbe moral".
Para el analista, la crisis en Cuba "ya estaba normalizada" y "ahora se tensa la normalidad de la crisis por el colapso de las opciones del Estado". "Esta tensión rompe en algunos puntos esa normalidad con el mayor éxodo migratorio en cualquier tramo de la historia de Cuba, con la represión desbordada hacia la ciudadanía, ya no solo a los actores de la sociedad civil, y con las solicitudes de emergencia al mismísimo 'enemigo (EEUU)', esto último un reconocimiento político del agotamiento estructural de la economía cubana", explica. El opositor no está seguro de que esta crisis energética lleve en sí misma al derrocamiento del régimen.
"Sirve para mostrar su incompetencia, ahondando su deslegitimación, y para disparar el hartazgo social públicamente manifiesto de la sociedad", pero "en la caída de regímenes intervienen otros factores también políticos que todavía no se han presentado en Cuba y, además, el Estado tiene todavía un robusto sostén en los órganos de la policía política, de la policía civil, del ejército y de la burocracia ideológica", señala. Lo que sí cree Cuesta Morúa, como los otros dos entrevistados, es que las protestas populares seguirán produciéndose. "Desde el 11J no han cesado las protestas. Se han espaciado y localizado, pero no se han detenido. Incluso frente a dos disuasivos potentes como las largas condenas en prisión y el nuevo Código Penal. Han desbordado al mecanismo de control básico de los regímenes totalitarios: la policía política, pensada y montada para mantener a raya a los grupos cívicos organizados", subraya.
En palabras de Cuesta Morúa, "es interesante como la rabia acumulada se ha transformado en acciones de protesta pacífica ejemplares" donde "la violencia ha sido la excepción".

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