Las autoridades del gobierno uruguayo volvieron conformes tras participar de la cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Celac.
El presidente, Luis Lacalle Pou, dijo que llegó con un “moderado optimismo” de Bruselas, aunque advirtió que los próximos meses serán “fundamentales” para cerrar un acuerdo, que considera que se debe concretar antes de las elecciones del bloque europeo.
“Vamos a ver si se camina arriba de los discursos y las palabras, que es lo importante a esta altura”, dijo el mandatario en una rueda de prensa este jueves, al arribar al país.
En el marco de la cumbre, el gobierno uruguayo y la UE firmaron un memorándum de entendimiento sobre energías renovables, la eficiencia energética y el hidrógeno verde.
“El instrumento afianzará el avance logrado para consolidar a Uruguay como proveedor de hidrógeno verde y el establecimiento de un marco común que dotará de fluidez este comercio”, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores uruguayo en Twitter.
La firma también marca un “hito” porque supone un acuerdo de neutralidad de carbono para el 2050. Es un “gran impulso para la industria del hidrógeno verde en nuestro país”, dice el texto de la Cancillería.
Para el ministro de Energía, Omar Paganini, el país está “picando en punta” para ser un receptor de las inversiones europeas.
“Lo que hace es meternos en el club de los países que están siendo reconocidos como socios en esta transición tan importante”, dijo el jerarca del gobierno, entrevistado en el programa En Perspectiva de Radiomundo.
Hasta hace unos cuatro años, Chile estaba más avanzado en el desarrollo de las iniciativas de hidrógeno verde, pero Uruguay fue el primero de la región en firmar con la UE.
Para los próximos años, se espera que en el país trasandino y en el sur de Brasil se desarrollen este tipo de proyectos verdes.
Más adelante, se sumarían Argentina y Colombia, enumeró el ministro uruguayo.
Paganini destacó que Uruguay tiene “abundantes recursos renovables”, que exceden la demanda local y que se puede producir en zonas sin mayores impactos en el ordenamiento territorial.
Estás características uruguayas son las opuestas a la realidad europea.
Allí, explicó el jerarca, los espacios para las energías renovables están “saturados” y los recursos propios “no son tan buenos” como en el sur de América, donde hay “buen viento y sol”.
Otro punto que el ministro destacó de Uruguay es su “seguridad jurídica”, que lo hace un lugar para invertir a largo plazo.
En junio, el gobierno uruguayo informó que se construirá una planta de hidrógeno verde en Paysandú, un departamento limítrofe con Argentina.
El proyecto lo desarrollará la compañía chilena Highly Innovative Fuels GLobal (HIF Global), que invertirá US$ 4.000 millones en el desarrollo del proyecto.
El hidrógeno verde es una fuente renovable que surge de un proceso de electrólisis, que separa las moléculas que forman el agua en hidrógeno y oxígeno.
El primer elemento luego se combina con el dióxido de carbono formando etanol verde, que sirve como combustible (“e gasolina”).
Este proyecto de Paysandú busca producir 256 millones de litros anuales del combustible a partir de la producción de 100.000 toneladas de hidrógeno verde por año y de la captura de 710.000 toneladas de dióxido de carbono, según datos de Uruguay XXI.
Otro proyecto de hidrógeno verde que está en los planes se desarrollaría en Tambores (Tacuarembó, en el norte de Uruguay).
El plan incluye la construcción de plantas eólicas y solares (con capacidad para 350 megavatios), un electrolizador e instalaciones de conversión para la producción de hidrógeno.
Produciría 15.000 toneladas de hidrógeno verde.
Estos proyectos son el inicio de la segunda etapa de la transición energética de Uruguay.
La primera estuvo caracterizada por la incorporación de fuentes renovables, principalmente eólica, a la matriz eléctrica.
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