jueves, 22 de junio de 2023

La “trampa” del dólar atrasado en la que está metido Uruguay y de la que es “muy difícil” salir

Ante un auditorio de 350 empresarios, el director ejecutivo de Ceres, Ignacio Munyo, realizó una presentación de casi dos horas titulada “Conceptos claros en tiempos confusos: Situación actual y proyección del Uruguay”.
Allí destacó que la “economía uruguaya está atrapada en un fenómeno serio de atraso cambiario”. Este aspecto centró gran parte de su exposición. “Hoy estamos 26% abajo del promedio histórico en el tipo de cambio real” lo que es una “situación gravísima con respecto a los socios comerciales (como Brasil, China y Estados Unidos), pero también con competidores directos (como Australia o Colombia que es fuerte en servicios)”, afirmó.

Las proyecciones de Ceres indican que el tipo de cambio real estará al cierre de 2024, 20% por debajo del promedio histórico. 

Es un “problema grande que Uruguay tiene para adelante”, enfatizó. Si bien los consumidores perciben que el dólar bajo les permite viajar y comprar electrodomésticos más fácilmente, Munyo desmistificó esos supuestos beneficios, al afirmar que el atraso cambiario “muerde” el crecimiento del país y constituye “una especie de muerte lenta”. 

Recordó que históricamente “cuando hay atraso cambiario relevante se crea la mitad de puestos de trabajo y la inversión es menos de la mitad” que en condiciones normales. 

Conflictos a largo plazo “Estamos en una trampa del atraso cambiario” remarcó Munyo y dijo que es “muy difícil” salir de ella por los “conflictos” que implicaría. Ceres estimó que si se redujera a la mitad el atraso cambiario (con un alza del tipo de cambio de 12,5%, a un dólar a $ 42,70), la inflación se iría al 8,7%. Del otro lado, para que la inflación baje a 6% (el “techo” de la meta del gobierno), el dólar debería terminar el año en $ 37,30 (ayer cotizó en $ 37,912, ver aparte). 

Munyo cuestionó a “algunos colegas” y al Banco Central (BCU) que dicen que Uruguay ahora es más caro porque el país cambió debido a ganancias de productividad. 

Según cálculos de Ceres, el tipo de cambio real en base a los fundamentos económicos con esta medición, igual “está 25% abajo del nivel de equilibrio”, señaló su director ejecutivo. “Midamos como lo midamos, el problema es grande y existe”, añadió. 

El problema es la dificultad para poder salir de esta “trampa de atraso cambiario” porque “implica entrar en conflicto con la planificación macroeconómica, con los sindicatos, entre empresas o con el sector público”, graficó el director ejecutivo de Ceres. 

Uno de los principales conflictos se daría porque la suba del dólar va en contra del objetivo de bajar la inflación y llevarla a la meta del gobierno de entre 3% y 6%, pero también contra la estrategia de emitir deuda en pesos nominales, porque los inversores extranjeros requieren que la inflación sea baja para comprar esos títulos. 

Asimismo, produciría conflictos con el movimiento sindical, considerando la pauta planteada por el gobierno de una inflación esperada del 5% y con negociaciones colectivas en puerta. 

Además, un alza del dólar iría en contra del cumplimiento del compromiso del gobierno de la recuperación del salario real a los niveles prepandemia. 

Pero los frentes de conflictividad se extenderían -prosiguió Munyo- con los intereses empresariales, ya que algunas empresas están viendo buenos resultados financieros en esta coyuntura, o se podrían ver afectadas ante cambios de regulación asociados a mayor libertad para importar. 

Es decir, se podrían sumar conflictos con el sector informal que vive del contrabando . 

 Salir del diferencial cambiario generaría también conflictos dentro del sector publico, básicamente porque el cambio de variables podría significar menor recaudación (conflicto con la política fiscal) y, eventualmente, fricciones con funcionarios públicos que cumplen “tareas innecesarias” que se pueden eliminar, afirmó el economista. 


 

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