martes, 13 de diciembre de 2022

Cuba enfrenta su mayor éxodo, mientras lidia con la crisis económica

Roger García Ordaz no oculta sus múltiples intentos de fuga.
En 11 oportunidades ha intentado salir de Cuba navegando en botes de madera, espuma de poliestireno y resina, y tiene un tatuaje por cada intento fallido, entre ellos tres percances en sus embarcaciones, y ocho ocasiones en que la Guardia Costera de Estados Unidos lo ha recogido en el mar y retornado a su patria. 

Cientos de botes destartalados caseros han partido este año desde las costas de Baracoa, un pueblo de pescadores al oeste de La Habana donde vive García, de 34 años. Son tantos, que los lugareños llaman a la localidad “Terminal Tres”. 

 “Claro que me voy a seguir tirando la vida entera hasta que llegue”, dijo. “O si quiere quitarme la vida el mar que se me quite”. Durante mucho tiempo, las condiciones de vida en Cuba bajo el régimen comunista han sido precarias, pero en la actualidad, la pobreza y la desesperanza que van empeorando han desencadenando el mayor éxodo en la isla caribeña desde que Fidel Castro llegó al poder hace más de medio siglo.

 El país ha sido impactado tanto por las sanciones estadounidenses más estrictas como por la pandemia de COVID-19, que afectó una de las áreas vitales de Cuba: la industria del turismo. Los alimentos se han vuelto aún más escasos y más caros, las filas en las farmacias con pocos suministros comienzan antes del amanecer y millones de personas sufren apagones diarios de horas. 

 Durante el último año, casi 250.000 cubanos, más del 2 por ciento de los 11 millones de habitantes de la isla, han emigrado a Estados Unidos, la mayoría llegan a la frontera sur por tierra, según datos del gobierno estadounidense Incluso para una nación conocida por el éxodo masivo, el movimiento actual es notable: más grande que la suma del éxodo del Mariel de 1980 y la crisis de los balseros cubanos de 1994, que hasta hace poco eran los mayores eventos migratorios de la isla. 

 Pero aunque esos movimientos alcanzaron su punto máximo en un año, los expertos dicen que esta migración, que comparan con un éxodo en tiempos de guerra, no tiene un final a la vista y amenaza la estabilidad demográfica de un país que ya tiene una de las poblaciones de mayor edad del hemisferio. Los cubanos que se marchan de la isla en grandes cantidades también se han convertido en un desafío para Estados Unidos. Cuba, que ahora es una de las principales fuentes de migrantes después de México, se ha convertido en uno de los principales contribuyentes a la multitud de migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México, lo que es ahora un gran riesgo político para el presidente Joe Biden y que su administración considera como un serio problema de seguridad nacional. 

 “Los números para Cuba son históricos, y todos lo reconocen”, dijo un alto funcionario del Departamento de Estado que no está autorizado para hablar de manera oficial sobre el asunto. “Dicho esto, más personas que nunca están migrando a nivel mundial ahora y esa tendencia también se está confirmando en nuestro hemisferio”.

 Muchos expertos dicen que la política de EE. UU. hacia la isla está ayudando a impulsar la misma crisis migratoria que el gobierno trata de abordar. Para atraer a los votantes cubanoestadounidenses del sur de Florida, la administración Trump descartó la política del presidente Barack Obama, que incluía restablecer las relaciones diplomáticas y aumentar los viajes a la isla.

 El presidente Donald Trump la remplazó con una campaña de “máxima presión” que intensificó las sanciones y limitó severamente la cantidad de efectivo que los cubanos podían recibir de sus familias en Estados Unidos, una fuente clave de ingresos.

 “Esto no es ciencia espacial: si devastas un país a 144 kilómetros de tu frontera con sanciones, la gente llegará a tu frontera en busca de oportunidades económicas”, dijo Ben Rhodes, quien se desempeñó como asesor adjunto de seguridad nacional durante la presidencia de Obama y fue responsable de las conversaciones con Cuba. 

 Aunque el presidente Biden ha comenzado a cambiar algunas de las políticas de Trump, ha tardado en actuar por temor a desencadenar el enojo de la diáspora cubana y provocar la ira del senador Robert Menéndez, un poderoso demócrata cubanoestadounidense que preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, dijo William M. LeoGrande, profesor de la American University quien ha escrito ampliamente sobre las relaciones entre Cuba y EE. UU. 


 El gobierno de Estados Unidos también ha expresado su preocupación por los derechos humanos en la isla tras la represión del gobierno cubano a las protestas masivas del año pasado. 

 “Estas dos razones, una política interna y otra política exterior, se refuerzan mutuamente”, dijo LeoGrande. Si bien cualquier reversión significativa de las sanciones no está en discusión, los dos gobiernos están involucrados en los esfuerzos para abordar el aumento extraordinario de la migración. 

 Washington anunció recientemente que en enero reiniciará los servicios consulares en La Habana y el próximo año emitirá al menos 20.000 visas a cubanos según los viejos acuerdos entre ambas naciones. Los funcionarios esperan que eso disuada a algunas personas de intentar hacer viajes peligrosos hacia Estados Unidos.

 La Habana acordó reanudar la aceptación de vuelos desde Estados Unidos de cubanos que sean deportados, otra medida para tratar de desalentar la migración. La administración Biden también revocó el límite de dinero que los cubanoestadounidenses pueden enviar a sus familiares y otorgó una licencia a una empresa estadounidense para procesar las transferencias electrónicas a Cuba. 

 Durante mucho tiempo, el gobierno cubano ha culpado a las sanciones de Washington y a un embargo comercial de décadas por la paralización de la economía del país y la salida de la gente de la isla, y dice que una ley vigente desde 1966 que otorga a la mayoría de los cubanos que cumplen con ciertos criterios una vía rápida hacia la residencia es una razón clave de los aumentos repentinos de la migración. 

 La ley básicamente asume que todos los cubanos son refugiados políticos necesitados de protección, pero ha sido muy criticada por darle privilegios que no se le otorgan a ninguna otra nacionalidad. No obstante, Cuba también tiene una larga historia de utilizar la migración para librar a la nación de aquellos a los que considera descontentos. 

Cuando crecía el malestar político, Fidel Castro pedía públicamente a los agitadores, a los que llamó “degenerados” y “gusanos”, que se fueran. 

 Unas 3000 personas partieron del puerto de Camarioca en 1965 y 125.000 partieron de Mariel en 1980.

 En 1994, las protestas callejeras provocaron un éxodo de unas 35.000 personas, que llegaron a las costas de Florida en neumáticos y embarcaciones destartaladas

La caída libre de Cuba se ha visto acelerada por la pandemia: en los últimos tres años, las reservas financieras se han reducido y tiene problemas para abastecer los almacenes. Las importaciones, principalmente de alimentos y combustible, se han reducido a la mitad. La situación es tan grave que la compañía eléctrica del gobierno se jactó este mes de que el servicio eléctrico había funcionado ininterrumpidamente un día durante 13 horas y 13 minutos.

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