sábado, 5 de noviembre de 2022

Canessa: " Sobrevivimos porque fuimos un equipo, trabajamos juntos, nos ayudábamos."

El equipo escolar de rugby Old Christians Club de Montevideo fletó un avión de la Fuerza Aérea uruguaya para viajar el 13 de octubre de 1972 a Santiago de Chile. 

Iban a jugar un partido contra el Old Boys en esa ciudad. Pero cuando el avión FH-227D, con 45 pasajeros, atravesaba la Cordillera de los Andes, se estrelló y causó la muerte instantánea de 12 personas. 

Otros 17 murieron en los siguientes días, debido a las heridas, a la falta de alimentos y a las duras condiciones a las que se enfrentaron. 

El accidente pasó a la historia como "el Milagro de los Andes". uno de los episodios más impactantes de la aviación porque una de las razones de que 16 sobrevivieran fue que se comieron a sus compañeros muertos. 

El grupo que resistió fue rescatado 72 días después del evento, en diciembre.

Uno de los rescatados, Roberto Canessa, es ahora un cardiólogo especializado en cardiología infantil. El programa Victoria Derbyshire de la BBC lo entrevistó en marzo de 2016, cuando presentó el libro ''Tenía que sobrevivir: cómo el accidente aéreo en los Andes inspiró mi vocación para salvar vidas''. 

Este es su testimonio

Estábamos volando sobre los Andes y estaba muy nublado. 

En un momento, una de las aeromozas dijo a los pasajeros "abróchense los cinturones, vamos a atravesar unas nubes y el avión va a temblar". 

Efectivamente, el avión empezó a temblar. 

Alguien me dijo que mire por la ventana, estábamos volando muy cerca de las montañas. 

Algunas personas decían "no quiero morir". 

El avión intentó ganar altitud, pero se estrelló. 

Me agarré de mi asiento muy, muy fuerte. 

El avión perdió las dos alas y empezó a deslizarse por las montañas. 

Cuando por fin se detuvo, salí volando con una fuerza increíble hacia una "pared" que estaba delante. 

Me di un gran golpe en la cabeza y sentí que me desmayaba. 

No podía creer que el avión se hubiera detenido. 

Vi que mis piernas seguían ahí, mis brazos seguían ahí, había sobrevivido.

No podía creerlo. 

Miraba a mi alrededor y todo era un desastre. 

Algunos amigos estaban muertos, otros estaban heridos, sangrando, algunos tenían pedazos de metales incrustados. 

Me dije que tenía que salir de ahí, que la policía iba a llegar, que las ambulancias iban a llegar, los bomberos, así que fui a la cola del avión. 

El avión estaba partido y cuando salí a la nieve, me sentí muy triste porque estábamos en medio de las montañas, rodeados de un silencio inmenso. 

Alguien en un momento dijo: "Creo que me estoy volviendo loco, porque estoy pensando en comerme los cuerpos de nuestros amigos". 

Le respondieron que era una locura, que no lo íbamos a hacer, que no nos íbamos a volver caníbales. 

Para mí fue muy difícil invadir la privacidad de mis amigos y cortar una parte de sus cuerpos. 

Sentía que de alguna forma estaba violando su intimidad. 

Alguien dijo "bueno, si Jesucristo dijo en la Última Cena 'tomen mi cuerpo y mi sangre', está bien". 

Pero para mí no era la Última Cena. 

Aunque luego me pregunté qué "pensaría" yo si fuera uno de los cadáveres. 

Estaría orgulloso de que mi cuerpo sea usado por mis amigos para vivir.

Hoy siento que tengo una parte de mis amigos dentro de mí y tengo que ser agradecido con su memoria. 

La gente dice "ah, ustedes sobrevivieron porque se comieron los cadáveres", como si hubiera sido una fórmula mágica. 

Pero comer los cuerpos solo fue ganar tiempo. 

Sobrevivimos porque fuimos un equipo, trabajamos juntos, nos ayudábamos. 

Sobrevivimos porque salimos de las montañas, caminando, durante 11 días. 

Cuando estaba en las montañas y veía a mis amigos muertos, sabía que yo podía ser el siguiente y me di cuenta de lo frágil que era la línea que separa la vida de la muerte. 

 Así que desde entonces disfruto más de vivir, de hecho.

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